Un relato de los nefitas. Sus guerras, contiendas y disensiones. También las profecías de muchos santos profetas, antes de la venida de Cristo, según los anales de Helamán, que era hijo de Helamán, y también según los anales de sus hijos, hasta la venida de Cristo. Además, se convierten muchos lamanitas. Un relato de la conversión de éstos. Un relato de la rectitud de los lamanitas y de las iniquidades y las abominaciones de los nefitas, según los anales de Helamán y de sus hijos, hasta la venida de Cristo, relato que se llama el Libro de Helamán.


CAPÍTULO 1

Pahorán, hijo, llega a ser el juez superior y es asesinado por Kishkumen—Pacumeni ocupa el asiento judicial—Coriántumr dirige los ejércitos lamanitas, se apodera de Zarahemla y mata a Pacumeni—Moroníah derrota a los lamanitas y se vuelve a apoderar de Zarahemla; Coriántumr es muerto. Aproximadamente 52—50 a.C.

1 Y he aquí, aconteció que al principiar el año cuarenta del gobierno de los jueces sobre el pueblo de Nefi, empezó a surgir una grave dificultad entre el pueblo nefita.

2 Porque he aquí, aPahorán había muerto, y había seguido el camino de toda la tierra; por tanto, comenzó a haber una grave contención concerniente a cuál de los hermanos, que eran hijos de Pahorán, iba a ocupar el asiento judicial.

3 Y éstos son los nombres de los que se disputaban el asiento judicial, quienes también causaron la contención entre el pueblo: Pahorán, Paanqui y Pacumeni.

4 Ahora bien, éstos no eran todos los hijos de Pahorán, porque tenía muchos, sino que eran los que se disputaban el asiento judicial; por tanto, ocasionaron tres divisiones entre el pueblo.

5 Sucedió, sin embargo, que la avoz del pueblo eligió a Pahorán para ser juez superior y gobernador del pueblo de Nefi.

6 Y sucedió que cuando Pacumeni vio que no podía obtener el asiento judicial, se unió a la voz del pueblo.

7 Pero he aquí, Paanqui y aquellos del pueblo que querían que él los gobernara, se enojaron en extremo; por tanto, estaba a punto de incitarlos a que se sublevaran contra sus hermanos.

8 Y aconteció que cuando estaba para hacer esto, he aquí, lo apresaron y lo juzgaron según la voz del pueblo, y fue condenado a muerte, porque se había rebelado y había intentado destruir la alibertad del pueblo.

9 Mas cuando aquellos que querían que él fuese su gobernador vieron que había sido condenado a muerte, se enojaron; y he aquí, enviaron a un tal Kishkumen al asiento judicial de Pahorán, el cual asesinó a Pahorán mientras ocupaba el asiento judicial.

10 Y los siervos de Pahorán lo persiguieron; pero he aquí, fue tan rápida la fuga de Kishkumen, que nadie pudo alcanzarlo.

11 Y volvió a aquellos que lo habían enviado, y todos hicieron convenio, jurando por su eterno Hacedor, que no dirían a nadie que Kishkumen había asesinado a Pahorán.

12 Por lo tanto, Kishkumen no fue reconocido entre el pueblo de Nefi, porque se hallaba disfrazado en la ocasión en que asesinó a Pahorán. Y Kishkumen y los de su banda, que habían hecho convenio con él, se mezclaron entre el pueblo de tal manera que no pudieron descubrirlos a todos; pero a cuantos hallaron, los condenaron a amuerte.

13 Y he aquí, de acuerdo con la voz del pueblo, nombraron a Pacumeni para que fuera juez superior y gobernador del pueblo, para regir en lugar de su hermano Pahorán; y fue según su derecho. Y todo esto ocurrió en el año cuarenta del gobierno de los jueces; y llegó a su fin.

14 Y acaeció que en el año cuarenta y uno del gobierno de los jueces, los lamanitas juntaron un ejército innumerable, y lo armaron con espadas, y con cimitarras, y con arcos, y flechas, y cascos, y con petos, y con toda especie de escudos de varias clases.

15 Y llegaron otra vez para trabar la batalla con los nefitas; y los guiaba un hombre que se llamaba Coriántumr, y era descendiente de Zarahemla; y era un disidente de entre los nefitas, y un hombre fuerte y de grande estatura.

16 Por lo que, el rey de los lamanitas, cuyo nombre era Tubalot, hijo de aAmmorón, suponiendo que Coriántumr, por ser tan poderoso, podría hacer frente a los nefitas con su fuerza y gran sabiduría, al grado de que con mandarlo sometería a los nefitas,

17 incitó, por tanto, a los lamanitas a la ira, y reunió a sus ejércitos, y les nombró a Coriántumr para que fuera su caudillo, y les mandó que emprendieran la marcha hacia la tierra de Zarahemla para luchar contra los nefitas.

18 Y sucedió que por razón de tanta contención y tanta dificultad en el gobierno, no habían conservado guardias suficientes en la tierra de Zarahemla; porque no se habían supuesto que los lamanitas se atreverían a invadir el centro de sus tierras para atacar la gran ciudad de Zarahemla.

19 Pero sucedió que Coriántumr marchó al frente de su numerosa hueste, y cayó sobre los habitantes de la ciudad; y su marcha fue tan sumamente rápida, que no hubo tiempo para que los nefitas reunieran sus ejércitos.

20 Por lo tanto, Coriántumr mató a los guardias que estaban a la entrada de la ciudad, y con todo su ejército entró en ella, y mataron a cuantos los resistían, a tal grado que tomaron toda la ciudad.

21 Y sucedió que Pacumeni, que era el juez superior, huyó delante de Coriántumr hasta los muros de la ciudad. Y aconteció que Coriántumr lo hirió contra la muralla de tal modo que murió; y así llegaron a su fin los días de Pacumeni.

22 Y ahora bien, cuando Coriántumr vio que tenía en su poder la ciudad de Zarahemla, y vio que los nefitas habían huido delante de ellos, y que los habían matado, y que los habían encerrado en prisiones, y que él se había apoderado de la plaza más fuerte de toda esa tierra, cobró ánimo su corazón al grado de que se dispuso a avanzar contra toda la tierra.

23 Así que no se detuvo en la tierra de Zarahemla, sino que emprendió la marcha con un ejército grande hacia la ciudad de Abundancia; pues tenía la determinación de avanzar y abrirse paso con la espada para apoderarse de las partes de la tierra hacia el norte.

24 Y creyendo que las fuerzas principales de los nefitas se encontraban en el centro de la tierra, marchó adelante sin darles tiempo para reunirse, sino en pequeños grupos; y de esta manera se lanzaban sobre ellos y los hacían caer a tierra.

25 Pero he aquí que esta marcha de Coriántumr por el centro de sus tierras dio a Moroníah una gran ventaja, a pesar de la magnitud del número de nefitas que habían perecido.

26 Pues he aquí, Moroníah no había supuesto que los lamanitas se atreverían a invadir el centro de la tierra, sino que asaltarían las ciudades fronterizas como lo habían hecho hasta entonces; por tanto, Moroníah había hecho que sus ejércitos fuertes protegieran aquellas partes cerca de las fronteras.

27 Mas he aquí, los lamanitas no se habían atemorizado, como él quería, sino que habían entrado en el centro de la tierra y se habían apoderado de la capital, que era la ciudad de Zarahemla; y marchaban por las partes principales de la tierra, matando al pueblo con gran mortandad, tanto hombres, como mujeres y niños, apoderándose de muchas ciudades y de muchas plazas fuertes.

28 Pero cuando Moroníah se dio cuenta de esto, envió inmediatamente a Lehi con un ejército para que los atajara antes que llegaran a la tierra de Abundancia.

29 Y así lo hizo; y los atajó antes que llegaran a la tierra de Abundancia, y les dio la batalla, de modo que empezaron a retroceder hacia la tierra de Zarahemla.

30 Y sucedió que Moroníah los atajó en su retirada y los combatió, de modo que se tornó en una batalla muy sangrienta; sí, perecieron muchos, y entre el número de los que murieron también fue hallado aCoriántumr.

31 Y he aquí, los lamanitas no podían retroceder, ni por el norte, ni por el sur, ni por el este, ni por el oeste, porque los nefitas los tenían rodeados por todas partes.

32 Y así Coriántumr había precipitado a los lamanitas en medio de los nefitas, a tal grado que estaban en su poder; y él mismo pereció, y los lamanitas se rindieron en manos de los nefitas.

33 Y ocurrió que Moroníah se apoderó nuevamente de la ciudad de Zarahemla, e hizo que los prisioneros lamanitas abandonaran el país en paz.

34 Y así concluyó el año cuarenta y uno del gobierno de los jueces.


CAPÍTULO 2

Helamán, hijo de Helamán, llega a ser juez superior—Gadiantón dirige la banda de Kishkumen—Un siervo de Helamán mata a Kishkumen y la banda de Gadiantón huye al desierto. Aproximadamente 50—49 a.C.

1 Y aconteció que en el año cuarenta y dos del gobierno de los jueces, después que Moroníah hubo restablecido la paz entre los nefitas y los lamanitas, he aquí que no había quien ocupase el asiento judicial; por tanto, empezó a haber de nuevo una contención entre el pueblo concerniente a quién debía ocupar el puesto.

2 Y ocurrió que la voz del pueblo eligió a Helamán, hijo de Helamán, para ocupar el asiento judicial.

3 Mas he aquí, aKishkumen, que había asesinado a Pahorán, se puso al acecho para destruir también a Helamán; y lo apoyaron los de su banda, quienes habían concertado un pacto para que nadie supiera de su iniquidad.

4 Porque había un tal aGadiantón, el cual era sumamente experto en muchas palabras, y también en su sutileza para llevar a cabo la obra secreta de asesinato y robo; por tanto, llegó a ser jefe de la banda de Kishkumen.

5 De manera que los lisonjeó, así como a Kishkumen, diciéndoles que si lo colocaban en el asiento judicial, concedería que los que pertenecían a su banda fuesen colocados en puestos de poder y autoridad entre el pueblo; por tanto, Kishkumen procuró destruir a Helamán.

6 Y sucedió que mientras se dirigía hacia el asiento judicial para destruir a Helamán, he aquí, uno de los siervos de Helamán, que había ido de noche y había logrado, usando un disfraz, un conocimiento de los planes que había urdido esta banda para destruir a Helamán,

7 aconteció que al encontrar a Kishkumen, le dio una señal; por lo que éste le divulgó el objeto de su pretensión, suplicándole que lo condujera al asiento judicial para asesinar a Helamán.

8 Y cuando el siervo de Helamán se enteró de todo lo que había en el corazón de Kishkumen, y que su intención era asesinar, y que también el objeto de los que pertenecían a su banda era matar, y robar, y obtener poder (y éste era su asecreto plan y su combinación), el siervo de Helamán le dijo a Kishkumen: Vamos al asiento judicial.

9 Y esto agradó extremadamente a Kishkumen, pues pensó que iba a poder cumplir su designio; pero he aquí, mientras se dirigían al asiento judicial, el siervo de Helamán apuñaló a Kishkumen en el corazón, de manera que cayó muerto sin un solo gemido. Corrió entonces el siervo y le comunicó a Helamán todo lo que había visto, y oído, y hecho.

10 Y aconteció que Helamán mandó aprehender a esa banda de ladrones y asesinos secretos, a fin de ejecutarlos según la ley.

11 Mas he aquí, cuando Gadiantón se enteró de que Kishkumen no volvía, temió ser destruido; por lo tanto, hizo que su banda lo siguiera. Y huyeron de la tierra, por un camino secreto, al desierto; de modo que cuando Helamán los mandó aprehender, no pudieron hallarlos en ninguna parte.

12 Y en adelante se dirá más de este Gadiantón; y de este modo concluyó el año cuarenta y dos del gobierno de los jueces sobre el pueblo de Nefi.

13 Y he aquí, a la conclusión de este libro veréis que este aGadiantón probó ser la ruina, sí, casi la completa destrucción del pueblo de Nefi.

14 He aquí, no me refiero al fin del libro de Helamán, sino al fin del libro de Nefi, del cual he tomado toda la relación que he escrito.


CAPÍTULO 3

Muchos nefitas emigran a la tierra del norte—Construyen casas de cemento y llevan muchos anales—Decenas de miles de personas se convierten y son bautizadas—La palabra de Dios conduce a los hombres a la salvación—Nefi, hijo de Helamán, ocupa el asiento judicial. Aproximadamente 49—39 a.C.

1 Y aconteció que en el año cuarenta y tres del gobierno de los jueces, no hubo contenciones entre el pueblo de Nefi, aparte de un poco de orgullo que se manifestó en la iglesia, lo que causó unas leves disensiones entre la gente, las cuales quedaron resueltas hacia fines del año cuarenta y tres.

2 Y no hubo contención entre la gente durante el año cuarenta y cuatro; ni hubo mucha contención en el año cuarenta y cinco.

3 Y ocurrió que en el año cuarenta y seis, sí, hubo mucha contención y muchas disensiones, por las cuales hubo muchísimos que salieron de la tierra de Zarahemla, y se dirigieron a la tierra del anorte, para heredar la tierra.

4 Y viajaron una inmensa distancia, a tal grado que llegaron a agrandes extensiones de aguas y muchos ríos.

5 Sí, y se esparcieron por todas partes de aquella tierra, por todos los parajes que no habían quedado desolados y sin madera, por motivo de los numerosos habitantes que habían heredado la tierra previamente.

6 Y no había parte del país que estuviese desolada, salvo por falta de madera; pero a causa de la inmensidad de la adestrucción del pueblo que antes había habitado la tierra, la llamaron bdesolada.

7 Y no había sino muy poca madera sobre la superficie de la tierra, por lo que la gente que fue allá se volvió sumamente experta en obras de cemento; por tanto, construyeron casas de cemento en las cuales habitaron.

8 Y sucedió que se multiplicaron y se extendieron, y salieron de la tierra del sur para la tierra del norte, y se diseminaron a tal grado que empezaron a cubrir la superficie de toda esa tierra, desde el mar del sur hasta el mar del norte, y desde el mar del aoeste hasta el mar del este.

9 Y los que se hallaban en la tierra del norte vivían en tiendas y en casas de cemento, y dejaban crecer cuanto árbol brotara de la faz de la tierra, para que en lo sucesivo tuvieran madera para construir sus casas, sí, sus ciudades, y sus templos, y sus sinagogas, y sus santuarios, y toda clase de edificios.

10 Y aconteció que por estar tan sumamente escasa la madera en la tierra del norte, enviaban mucha por medio de aembarcaciones.

11 Y así habilitaron a la gente de la tierra del norte para que edificasen muchas ciudades, tanto de madera como de cemento.

12 Y aconteció que muchos que eran del apueblo de Ammón, que eran lamanitas de nacimiento, partieron también para esa tierra.

13 Y hay muchos anales de los hechos de este pueblo, conservados por muchos de los de este pueblo, anales particulares y muy extensos concernientes a ellos.

14 Mas he aquí, no puede incluirse en esta obra la centésima parte de los hechos de este pueblo, sí, la historia de los lamanitas y de los nefitas, y sus guerras, y contiendas, y disensiones, y sus predicaciones, y sus profecías, y sus embarcaciones y construcción de barcos, y su edificación de atemplos, y de sinagogas, y de sus santuarios; y su rectitud, y sus iniquidades, y sus asesinatos, y sus robos, y sus pillajes, y todo género de abominaciones y fornicaciones.

15 Pero he aquí, hay muchos libros y muchos anales de todas clases; y los han llevado mayormente los nefitas.

16 Y los nefitas los han atransmitido de una generación a otra, sí, hasta que han caído en transgresión y han sido asesinados, robados y perseguidos, y echados, y muertos, y esparcidos sobre la superficie de la tierra, y se han mezclado con los lamanitas hasta bdejar de llamarse nefitas, volviéndose inicuos, y salvajes, y feroces, sí, hasta convertirse en lamanitas.

17 Y vuelvo ahora a mi narración; por tanto, lo que he referido había sucedido después de haber habido grandes contiendas, y alborotos, y guerras, y disensiones entre el pueblo de Nefi.

18 Y concluyó el año cuarenta y seis del gobierno de los jueces.

19 Y aconteció que hubo todavía gran contención en la tierra durante el año cuarenta y siete, sí, y también en el año cuarenta y ocho.

20 No obstante, Helamán ocupó el asiento judicial con justicia y equidad; sí, se esforzó por observar los estatutos, y los juicios, y los mandamientos de Dios; e hizo lo que era recto a la vista de Dios continuamente; y anduvo en las vías de su padre, de tal modo que prosperó en la tierra.

21 Y ocurrió que tuvo dos hijos. Al mayor dio el nombre de aNefi, y al menor el nombre de bLehi. Y empezaron a crecer en el Señor.

22 Y aconteció que hacia fines del año cuarenta y ocho del gobierno de los jueces sobre el pueblo de Nefi, empezaron a cesar, en grado pequeño, las guerras y contiendas entre el pueblo de los nefitas.

23 Y sucedió que en el año cuarenta y nueve del gobierno de los jueces se estableció una paz continua en la tierra, todo menos las combinaciones secretas que aGadiantón, el ladrón, había establecido en las partes más pobladas de la tierra, combinaciones que en aquel tiempo no eran del conocimiento de aquellos que estaban a la cabeza del gobierno; por tanto, no fueron destruidas.

24 Y ocurrió que en este mismo año hubo una prosperidad sumamente grande en la iglesia, de tal modo que miles se unieron a la iglesia y fueron bautizados para arrepentimiento.

25 Y tan grande fue la prosperidad de la iglesia, y tantas las bendiciones que se derramaron sobre el pueblo, que aun los propios sumos sacerdotes y maestros se maravillaron en extremo.

26 Y aconteció que la obra del Señor prosperó, a tal grado que se bautizaron muchas almas e ingresaron a la iglesia de Dios, sí, hasta decenas de miles.
27 Así vemos que el Señor es misericordioso para con todos aquellos que, con la sinceridad de su corazón, quieran invocar su santo nombre.

28 Sí, así vemos que la apuerta del cielo está abierta para btodos, sí, para todos los que quieran creer en el nombre de Jesucristo, que es el Hijo de Dios.

29 Sí, vemos que todo aquel que quiera, puede asirse a la apalabra de Dios, que es bviva y poderosa, que partirá por medio toda la astucia, los lazos y las artimañas del diablo, y guiará al hombre de Cristo por un camino estrecho y cangosto, a través de ese eterno dabismo de miseria que se ha dispuesto para hundir a los inicuos,

30 y depositará su alma, sí, su alma inmortal, a la adiestra de Dios en el reino de los cielos, para sentarse con Abraham, con Isaac, y con Jacob, y con todos nuestros santos padres, para no salir más.

31 Y en este año hubo gozo continuo en la tierra de Zarahemla, y en todas las regiones circunvecinas, sí, en toda la tierra que poseían los nefitas.

32 Y aconteció que hubo paz y un gozo inmenso durante el resto del año cuarenta y nueve; sí, y también hubo continua paz y gran gozo en el año cincuenta del gobierno de los jueces.

33 Y en el año cincuenta y uno del gobierno de los jueces también hubo paz, con excepción del orgullo que empezó a insinuarse en la iglesia; no dentro de la iglesia de Dios, sino en el corazón de aquellos que profesaban pertenecer a ella.

34 Y se ensalzaron en el aorgullo, al grado de perseguir a muchos de sus hermanos. Y ésta fue una iniquidad muy grande que hizo que la parte más humilde del pueblo sufriera grandes persecuciones y pasara muchas aflicciones.

35 No obstante, aayunaron y boraron frecuentemente, y se volvieron más y más fuertes en su chumildad, y más y más firmes en la fe de Cristo, hasta henchir sus almas de gozo y de consolación; sí, hasta la dpurificación y esantificación de sus corazones, santificación que viene de fentregar el corazón a Dios.

36 Y sucedió que el año cincuenta y dos también concluyó en paz, salvo el desmedidamente grande orgullo que había entrado en el corazón del pueblo; y fue por motivo de sus grandes ariquezas y su prosperidad en la tierra; y aumentaba en ellos día tras día.

37 Y aconteció que Helamán murió en el año cincuenta y tres del gobierno de los jueces; y Nefi, su hijo mayor, empezó a gobernar en su lugar. Y ocurrió que ocupó el asiento judicial con justicia y equidad; sí, guardó los mandamientos de Dios y anduvo en las vías de su padre.


CAPÍTULO 4

Los disidentes nefitas y los lamanitas unen sus fuerzas y se apoderan de la tierra de Zarahemla—Las derrotas les sobrevienen a los nefitas por motivo de su maldad—La Iglesia decae, y el pueblo se vuelve débil, igual que los lamanitas. Aproximadamente 38—30 a.C.

1 Y sucedió que en el año cincuenta y cuatro hubo muchas disensiones en la iglesia, y también hubo una acontienda entre el pueblo, al grado de que se derramó mucha sangre.

2 Y los rebeldes fueron muertos y echados de la tierra, y se fueron al rey de los lamanitas.

3 Y aconteció que trataron de incitar a los lamanitas a la guerra contra los nefitas; mas he aquí, los lamanitas temían en extremo, a tal grado que no quisieron escuchar las palabras de aquellos disidentes.

4 Pero acaeció que en el año cincuenta y seis del gobierno de los jueces, hubo adisidentes que se pasaron de los nefitas a los lamanitas; y junto con los otros lograron provocarlos a la ira contra los nefitas; y todo aquel año se estuvieron preparando para la guerra.

5 Y en el año cincuenta y siete fueron a la batalla contra los nefitas, y dieron principio a la obra de muerte; sí, al grado de que en el año cincuenta y ocho del gobierno de los jueces lograron apoderarse de la tierra de Zarahemla; sí, y también de todas las tierras, hasta la que se encontraba cerca de la tierra de Abundancia.

6 Y los nefitas y los ejércitos de Moroníah fueron rechazados hasta la tierra de Abundancia.

7 Y allí se fortificaron contra los lamanitas desde el mar del oeste hasta el este; y esta línea que habían fortificado, y en la cual habían apostado sus tropas para defender su país del norte, era una jornada de un día para un nefita.

8 Y así fue como esos disidentes nefitas, con la ayuda de un numeroso ejército lamanita, se habían apoderado de todas las posesiones de los nefitas que se hallaban en la tierra del sur; y todo esto aconteció en los años cincuenta y ocho y cincuenta y nueve del gobierno de los jueces.

9 Y sucedió que en el año sesenta del gobierno de los jueces, Moroníah y sus ejércitos lograron ocupar muchas partes del país; sí, reconquistaron muchas ciudades que habían caído en manos de los lamanitas.

10 Y aconteció que en el año sesenta y uno del gobierno de los jueces, lograron recuperar hasta la mitad de sus posesiones.

11 Ahora bien, ni estas grandes pérdidas para los nefitas ni la terrible mortandad que hubo entre ellos habrían acontecido, de no haber sido por su maldad y su abominación que había entre ellos; sí, y se hallaba también entre aquellos que profesaban pertenecer a la iglesia de Dios.

12 Y fue por el aorgullo de sus corazones, por razón de sus inmensas briquezas, sí, fue a causa de haber oprimido a los cpobres, negando su alimento a los que tenían hambre, y sus vestidos a los que estaban desnudos, e hiriendo a sus humildes hermanos en sus mejillas, burlándose de lo que era sagrado, negando el espíritu de profecía y de revelación, asesinando, robando, mintiendo, hurtando, cometiendo adulterio, levantándose en grandes contiendas y desertando y yéndose a la tierra de Nefi, entre los lamanitas.

13 Y a causa de su gran perversidad y su ajactancia de su propio poder, fueron abandonados a su propia fuerza; de modo que no prosperaron, sino que los lamanitas los afligieron, e hirieron, y echaron delante de ellos, hasta que los nefitas habían perdido la posesión de casi todas sus tierras.

14 Pero he aquí, Moroníah predicó muchas cosas al pueblo por motivo de su iniquidad, y también aNefi y Lehi, que eran los hijos de Helamán, predicaron muchas cosas a los del pueblo, sí, y les profetizaron muchas cosas concernientes a sus iniquidades, y lo que les sobrevendría si no se arrepentían de sus pecados.

15 Y sucedió que se arrepintieron; y a medida que se arrepentían, comenzaban a prosperar.

16 Porque cuando vio Moroníah que se arrepintieron, se aventuró a conducirlos de un lugar a otro, y de ciudad en ciudad, hasta que lograron recuperar la mitad de todas sus propiedades y la mitad de todas sus tierras.

17 Y así concluyó el año sesenta y uno del gobierno de los jueces.

18 Y aconteció que en el año sesenta y dos del gobierno de los jueces, Moroníah no pudo recuperar más posesiones de los lamanitas.

19 De manera que abandonaron su proyecto de reconquistar el resto de sus tierras, porque tan numerosos eran los lamanitas, que les fue imposible a los nefitas sobrepujarlos; por lo que Moroníah puso a todos sus ejércitos a defender aquellas partes que él había tomado.

20 Y sucedió, por motivo de la magnitud del número de los lamanitas, que los nefitas temieron en gran manera, no fuese que los vencieran, y fueran hollados, y muertos y destruidos.

21 Sí, empezaron a recordar las profecías de Alma, y también las palabras de Mosíah; y vieron que habían sido una gente dura de cerviz, y que habían despreciado los mandamientos de Dios;

22 y que habían alterado y hollado con los pies las aleyes de Mosíah, o sea, aquello que el Señor le mandó que diera al pueblo; y vieron que se habían corrompido sus leyes, y que ellos se habían vuelto un pueblo inicuo, a tal grado que eran inicuos a semejanza de los lamanitas.

23 Y por motivo de su iniquidad, la iglesia había empezado a adecaer; y comenzaron a dejar de creer en el espíritu de profecía y en el espíritu de revelación; y los juicios de Dios se cernían sobre ellos.

24 Y vieron que se habían vuelto adébiles como sus hermanos los lamanitas, y que el Espíritu del Señor no los preservaba más; sí, se había apartado de ellos, porque el bEspíritu del Señor no habita en templos cinmundos;

25 por lo tanto, el Señor cesó de preservarlos por su milagroso e incomparable poder, porque habían caído en un estado de aincredulidad y terrible iniquidad; y vieron que los lamanitas eran sumamente más numerosos que ellos, y que a menos que se ballegaran al Señor su Dios, tendrían que perecer inevitablemente.

26 Pues he aquí, vieron que la fuerza de los lamanitas era tan grande como la suya propia, hombre por hombre. Y de este modo habían caído en esta gran transgresión; sí, de esta manera se habían vuelto débiles, a causa de su transgresión, en el término de ano muchos años.


CAPÍTULO 5

Nefi y Lehi se dedican a predicar—Sus nombres los inducen a regir sus vidas conforme al modelo de sus antepasados—Cristo redime a aquellos que se arrepienten—Nefi y Lehi logran convertir a muchos, son encarcelados y son envueltos como por fuego—Una nube de obscuridad cubre a trescientas personas—Tiembla la tierra, y una voz manda a los hombres que se arrepientan—Nefi y Lehi conversan con ángeles, y los de la multitud son rodeados por fuego. Aproximadamente 30 a.C.

1 Y aconteció que en este mismo año, he aquí, aNefi entregó el asiento judicial a un hombre llamado Cezóram.

2 Porque como la avoz del pueblo establecía sus leyes y sus gobiernos, y los que bescogieron lo malo eran más numerosos que los que eligieron lo bueno, estaban, por tanto, madurando para la destrucción, porque se habían corrompido las leyes.

3 Sí, y no sólo esto; eran un pueblo de dura cerviz, a tal grado que no podían ser gobernados por la ley ni por la justicia, sino para su destrucción.

4 Y sucedió que Nefi estaba fastidiado a causa de la iniquidad de ellos; y arenunció al asiento judicial, y se dedicó a predicar la palabra de Dios todo el resto de sus días, y también su hermano Lehi, todo el resto de sus días;

5 porque se acordaban de las palabras que su padre Helamán les había hablado. Y éstas son las palabras que había hablado:

6 He aquí, hijos míos, quiero que os acordéis de guardar los mandamientos de Dios; y quisiera que declaraseis al pueblo estas palabras. He aquí, os he dado los nombres de nuestros primeros apadres que salieron de la tierra de Jerusalén; y he hecho esto para que cuando recordéis vuestros nombres, los recordéis a ellos; y cuando os acordéis de ellos, recordéis sus obras; y cuando recordéis sus obras, sepáis por qué se dice y también se escribe, que eran bbuenos.

7 Por lo tanto, hijos míos, quisiera que hicieseis lo que es bueno, a fin de que se diga, y también se escriba, de vosotros, así como se ha dicho y escrito de ellos.

8 Y ahora bien, hijos míos, he aquí, hay algo más que deseo de vosotros, y este deseo es que no hagáis estas cosas para vanagloriaros, sino que hagáis estas cosas para haceros un atesoro en el cielo; sí, el cual es eterno y no se desvanece; sí, para que tengáis ese bprecioso don de la vida eterna que, según tenemos motivo para suponer, se ha concedido a nuestros padres.

9 ¡Oh recordad, recordad, hijos míos, las apalabras que el rey Benjamín habló a su pueblo! Sí, recordad que no hay otra manera ni medio por los cuales el hombre pueda ser salvo, sino por la sangre bexpiatoria de Jesucristo, que ha de venir; sí, recordad que él viene para credimir al dmundo.

10 Y acordaos también de las apalabras que Amulek habló a Zeezrom en la ciudad de Ammoníah; pues le dijo que el Señor de cierto vendría para redimir a su pueblo; pero que no vendría para redimirlos en sus pecados, sino para redimirlos de sus pecados.

11 Y ha recibido poder, que le ha sido dado del Padre, para redimir a los hombres de sus pecados por motivo del arrepentimiento; por tanto, ha aenviado a sus ángeles para declarar las nuevas de las condiciones del arrepentimiento, el cual conduce al poder del Redentor, para la salvación de sus almas.

12 Y ahora bien, recordad, hijos míos, recordad que es sobre la aroca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo de Dios, donde debéis establecer vuestro bfundamento, para que cuando el diablo lance sus impetuosos vientos, sí, sus dardos en el torbellino, sí, cuando todo su granizo y furiosa ctormenta os azoten, esto no tenga poder para arrastraros al abismo de miseria y angustia sin fin, a causa de la roca sobre la cual estáis edificados, que es un fundamento seguro, un fundamento sobre el cual, si los hombres edifican, no caerán.

13 Y sucedió que éstas fueron las palabras que Helamán aenseñó a sus hijos; sí, les enseñó muchas cosas que no se han escrito, y también muchas cosas que están escritas.

14 Y se acordaron de sus palabras; y por tanto, guardando los mandamientos de Dios, salieron a enseñar la palabra de Dios entre todo el pueblo de Nefi, comenzando por la ciudad de Abundancia.

15 Y de allí fueron a la ciudad de Gid; y de la ciudad de Gid a la ciudad de Mulek;

16 y así, de una ciudad a otra, hasta que hubieron ido entre todo el pueblo de Nefi que se hallaba en la tierra del sur; y de allí fueron a la tierra de Zarahemla, entre los lamanitas.

17 Y sucedió que predicaron con gran poder, a tal grado que confundieron a muchos de aquellos adisidentes que se habían apartado de los nefitas, de modo que se adelantaron y confesaron sus pecados, y fueron bautizados para arrepentimiento, e inmediatamente volvieron a los nefitas para tratar de repararles los agravios que habían causado.

18 Y acaeció que Nefi y Lehi predicaron a los lamanitas con tan gran poder y autoridad, porque se les había dado poder y autoridad para ahablar, y también les había sido indicado lo que debían hablar,

19 por lo tanto, hablaron, para el gran asombro de los lamanitas, hasta aconvencerlos, a tal grado que ocho mil de los lamanitas que se hallaban en la tierra de Zarahemla y sus alrededores fueron bautizados para arrepentimiento, y se convencieron de la iniquidad de las tradiciones de sus padres.

20 Y sucedió que Nefi y Lehi partieron de allí para ir a la tierra de Nefi.

21 Y aconteció que los capturó un ejército lamanita, y los echaron en la aprisión, sí, en la misma prisión en que los siervos de Limhi habían echado a Ammón y sus hermanos.

22 Y después de haber estado muchos días en la prisión, sin alimento, he aquí, llegaron a la prisión para sacarlos a fin de matarlos.

23 Y sucedió que Nefi y Lehi fueron envueltos como por afuego, de modo que no se atrevieron a echarles mano por miedo de ser quemados. No obstante, Nefi y Lehi no se quemaban; y se hallaban como si estuviesen en medio del fuego, y no se quemaban.

24 Y cuando vieron que los rodeaba un apilar de fuego, y que no los quemaba, sus corazones cobraron ánimo.

25 Porque vieron que los lamanitas no se atrevían a echarles mano; ni se atrevían a acercárseles, sino que estaban como si hubieran quedado mudos de asombro.

26 Y ocurrió que Nefi y Lehi se adelantaron y empezaron a hablarles, diciendo: No temáis, porque he aquí, es Dios quien os ha manifestado esta maravilla, con lo cual os es mostrado que no podéis echar mano de nosotros para matarnos.

27 Y he aquí, cuando hubieron dicho estas palabras, tembló la tierra fuertemente, y los muros de la prisión se sacudieron como si estuviesen a punto de caer al suelo; pero he aquí, no cayeron; y los que se hallaban en la prisión eran lamanitas y nefitas que eran disidentes.

28 Y sucedió que los cubrió una nube de aobscuridad, y se apoderó de ellos un espantoso e imponente temor.

29 Y aconteció que llegó una avoz como si hubiera provenido de encima de la nube de obscuridad, diciendo: Arrepentíos, arrepentíos, y no intentéis más destruir a mis siervos, a quienes os he enviado para declarar buenas nuevas.

30 Y ocurrió que cuando oyeron esta voz, y percibieron que no era una voz de trueno, ni una voz de un gran ruido tumultuoso, mas he aquí, era una voz aapacible de perfecta suavidad, cual si hubiese sido un susurro, y penetraba hasta el alma misma;

31 y a pesar de la suavidad de la voz, he aquí, la tierra tembló fuertemente, y otra vez se sacudieron los muros de la prisión como si fueran a derribarse; y he aquí, no se disipó la nube de tinieblas que los había envuelto.

32 Y he aquí, nuevamente vino la voz, diciendo: Arrepentíos, arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca; y no procuréis más destruir a mis siervos. Y sucedió que la tierra tembló de nuevo y los muros se sacudieron.

33 Y también por tercera vez vino la voz, y les habló palabras maravillosas que el hombre no puede expresar; y temblaron otra vez los muros, y se estremeció la tierra, como si fuera a partirse.

34 Y aconteció que los lamanitas no podían huir a causa de la nube de tinieblas que los cubría; sí, y también estaban sin poder moverse debido al temor que les había sobrevenido.

35 Y había entre ellos uno que era nefita de nacimiento, que había pertenecido en otro tiempo a la iglesia de Dios, pero se había separado de ella.

36 Y sucedió que se volvió y, he aquí, vio los semblantes de Nefi y Lehi a través de la nube de tinieblas; y he aquí, abrillaban en gran manera, aun como los rostros de ángeles. Y vio que alzaron sus ojos al cielo; y se hallaban en actitud de estar hablando o dirigiendo la voz a algún ser a quien contemplaban.

37 Y ocurrió que este hombre gritó a los de la multitud para que se volvieran y miraran. Y he aquí, les fue dado poder para volverse y mirar; y vieron las caras de Nefi y de Lehi.

38 Y dijeron al hombre: He aquí, ¿qué significan todas estas cosas, y con quién conversan estos hombres?

39 Y este hombre se llamaba Amínadab, y les dijo: Conversan con los ángeles de Dios.

40 Y sucedió que le dijeron los lamanitas: ¿aQué haremos para que sea quitada esta nube de tinieblas que nos cubre?

41 Y les dijo Amínadab: Debéis aarrepentiros y clamar a la voz, hasta que tengáis bfe en Cristo, de quien os enseñaron Alma, Amulek y Zeezrom; y cuando hagáis esto, será quitada la nube de tinieblas que os cubre.

42 Y aconteció que empezaron todos a clamar a la voz de aquel que había hecho temblar la tierra; sí, clamaron hasta que se dispersó la nube de tinieblas.

43 Y sucedió que cuando miraron a su derredor, y vieron que se había disipado la nube de tinieblas que los cubría, he aquí, vieron que estaban arodeados, sí, cada uno de ellos, por una columna de fuego.

44 Y Nefi y Lehi estaban en medio de ellos; sí, se hallaban rodeados; sí, se hallaban como si estuvieran en medio de llamas de fuego; sin embargo, ni los dañó ni incendió los muros de la prisión; y fueron llenos de ese agozo que es inefable y lleno de gloria.

45 Y he aquí, el aSanto Espíritu de Dios descendió del cielo y entró en sus corazones; y fueron llenos como de fuego, y bexpresaron palabras maravillosas.

46 Y sucedió que llegó a ellos una voz; sí, una voz agradable, cual si fuera un susurro, diciendo:

47 ¡aPaz, paz a vosotros por motivo de vuestra fe en mi Bien Amado, que era desde la fundación del mundo!

48 Y cuando oyeron esto, alzaron la vista como para ver de dónde venía la voz; y he aquí, vieron abrirse los acielos; y descendieron ángeles del cielo y les ministraron.

49 Y eran como unas trescientas almas las que vieron y oyeron estas cosas; y les fue mandado que fueran y no se maravillaran, ni tampoco dudaran.

50 Y ocurrió que fueron, y ejercieron su ministerio entre el pueblo, declarando en todas las regiones inmediatas las cosas que habían oído y visto, de tal manera que se convencieron de ellas la mayor parte de los lamanitas, a causa de la grandeza de las evidencias que habían recibido.

51 Y cuantos se aconvencieron dejaron sus armas de guerra, así como su odio y las tradiciones de sus padres.

52 Y sucedió que entregaron a los nefitas las tierras de sus posesiones.

CAPÍTULO 6

Los lamanitas justos predican a los nefitas inicuos—Ambos pueblos prosperan durante una época de paz y abundancia—Lucifer, el autor del pecado, incita el corazón de los inicuos y el de los ladrones de Gadiantón a los asesinatos y las abominaciones—Los ladrones se apoderan del gobierno nefita. Aproximadamente 29—23 a.C.

1 Y aconteció que todas estas cosas se habían efectuado para cuando concluyó el año sesenta y dos del gobierno de los jueces, y los lamanitas, la mayoría de ellos, se habían vuelto un pueblo justo, al grado de que su arectitud excedía a la de los nefitas, debido a su firmeza y su constancia en la fe.

2 Porque he aquí, había muchos de los nefitas que se habían vuelto ainsensibles e impenitentes y extremadamente inicuos, a tal extremo que rechazaban la palabra de Dios y toda predicación y profecía que llegaba entre ellos.

3 No obstante, los miembros de la iglesia se alegraron muchísimo por la conversión de los lamanitas, sí, por la iglesia de Dios que se había establecido entre ellos. Y unos y otros se ahermanaron, y se regocijaron unos con otros, y sintieron gran gozo.

4 Y ocurrió que muchos de los lamanitas descendieron a la tierra de Zarahemla, y declararon a los nefitas la forma en que fueron aconvertidos, y los exhortaron a la fe y al arrepentimiento.

5 Sí, y muchos predicaron con sumamente grande poder y autoridad, de modo que condujeron a muchos a la más profunda humildad, para ser los humildes discípulos de Dios y el Cordero.

6 Y sucedió que muchos de los lamanitas partieron para la tierra del norte; y Nefi y Lehi fueron también a la atierra del norte para predicar al pueblo. Y así concluyó el año sesenta y tres.

7 Y he aquí, hubo paz en toda la tierra, de modo que los nefitas iban a cualquier parte de la tierra que querían, ya fuera entre los nefitas o los lamanitas.

8 Y aconteció que también los lamanitas iban a donde querían, bien fuese entre los lamanitas, o entre los nefitas; y así tenían intercambio libre los unos con los otros, para comprar y vender, y para sacar utilidades, según sus deseos.

9 Y sucedió que tanto los lamanitas como los nefitas se hicieron sumamente ricos; y tenían gran abundancia de oro, y de plata, y de toda clase de metales preciosos, tanto en la tierra del sur como en la tierra del norte.

10 Ahora bien, la tierra del sur se llamaba Lehi, y la del norte se llamaba aMulek, por el hijo de Sedequías; porque el Señor condujo a Mulek a la tierra del norte, y a Lehi a la tierra del sur.

11 Y he aquí, había en ambas tierras toda clase de oro, y de plata, y de minerales preciosos de todo género; y había también ingeniosos artífices que trabajaban y refinaban toda especie de minerales; y de este modo se hicieron ricos.

12 Cultivaron grano en abundancia, tanto en el norte como en el sur; y prosperaron sobremanera, así en el norte como en el sur. Y se multiplicaron y se hicieron sumamente fuertes en la tierra. Y criaron muchos rebaños y hatos, sí, muchos animales gordos.

13 Y he aquí, sus mujeres trabajaban e hilaban, y elaboraban toda clase de telas, de lino finamente tejido y ropa de toda especie para cubrir su desnudez. Y así pasó en paz el año sesenta y cuatro.

14 Y en el año sesenta y cinco también tuvieron gran gozo y paz, sí, y mucha predicación y muchas profecías concernientes a lo que estaba por venir. Y así pasó el año sesenta y cinco.

15 Y ocurrió que en el año sesenta y seis del gobierno de los jueces, he aquí, aCezóram fue asesinado por mano desconocida mientras se hallaba en el asiento judicial. Y aconteció que en ese mismo año también fue asesinado su hijo, a quien el pueblo había nombrado en su lugar. Y así terminó el año sesenta y seis.

16 Y a principios del año sesenta y siete, empezó de nuevo el pueblo a tornarse sumamente inicuo.

17 Porque he aquí, el Señor los había bendecido tan largo tiempo con las riquezas del mundo, que no habían sido provocados a la ira, a guerras, ni al derramamiento de sangre; por consiguiente, empezaron a poner sus corazones en sus riquezas; sí, empezaron a buscar la manera de obtener el lucro a fin de elevarse unos sobre otros; por tanto, empezaron a cometer asesinatos asecretos, y a robar y hurtar, para obtener riquezas.

18 Y he aquí, estos asesinos y ladrones eran una banda que habían formado Kishkumen y aGadiantón. Y sucedió que aun entre los nefitas había muchos de los de la banda de Gadiantón. Mas he aquí, eran más numerosos entre la parte más inicua de los lamanitas; y eran conocidos como los ladrones y asesinos de Gadiantón.

19 Y fueron ellos los que asesinaron a Cezóram, el juez superior, y a su hijo, mientras ocupaban el asiento judicial; y he aquí, no los descubrieron.

20 Y sucedió que cuando los lamanitas descubrieron que había ladrones entre ellos, se afligieron en extremo; y se valieron de cuantos medios había en su poder para destruirlos de sobre la faz de la tierra.

21 Mas he aquí, Satanás incitó el corazón de la mayoría de los nefitas, a tal grado que se unieron a esas bandas de ladrones, y participaron en sus convenios y sus juramentos de que se protegerían y se preservarían unos a otros en cualesquiera circunstancias difíciles en que se encontrasen, a fin de que no fuesen castigados por sus asesinatos, y sus robos, y sus hurtos.

22 Y acaeció que tenían sus aseñas, sí, sus señas y sus palabras secretas; y esto a fin de reconocer al hermano que hubiese concertado el convenio, para que, cualquiera que fuese la iniquidad que su hermano cometiera, no lo perjudicara su hermano, ni tampoco aquellos que pertenecieran a la banda y hubieran hecho este convenio.

23 Y así podrían asesinar, y robar, y hurtar, y cometer fornicaciones y toda clase de iniquidades en oposición a las leyes de su patria, así como a las leyes de su Dios.

24 Y cualquiera de los que perteneciesen a esa banda que revelase al mundo sus ainiquidades y sus abominaciones, debía ser juzgado, no según las leyes de su patria, sino de acuerdo con las leyes de su iniquidad, las cuales les habían dado Gadiantón y Kishkumen.

25 Y he aquí, son estos ajuramentos y pactos secretos los que Alma mandó a su hijo que nunca se divulgaran al mundo, no fuera que llegasen a ser un medio para conducir al pueblo a la destrucción.

26 Y he aquí, estos juramentos y pactos asecretos no llegaron a Gadiantón de los anales confiados a Helamán; mas he aquí, los inculcó en el corazón de Gadiantón aquel bmismo ser que indujo a nuestros primeros padres a que comiesen del fruto prohibido;

27 sí, aquel mismo ser que conspiró con aCaín, que si asesinaba a su hermano Abel, el mundo no lo sabría. Y desde entonces conspiró con Caín y sus secuaces.

28 Y es también aquel mismo ser el que inculcó en el corazón del pueblo el aconstruir una torre suficientemente alta para llegar al cielo. Y fue el mismo ser que engañó a ese pueblo que vino a esta tierra de aquella torre; el que esparció las obras de tinieblas y de abominaciones sobre toda la superficie de la tierra, hasta que arrastró al pueblo a una destrucción bcompleta y a un infierno eterno.

29 Sí, es el mismo ser que inculcó en el corazón de aGadiantón que continuara las obras de tinieblas y de asesinatos secretos; y él lo ha propagado desde el principio del hombre hasta hoy.

30 Y he aquí, es él el aautor de todo pecado; y he aquí, él propaga sus obras de tinieblas y asesinatos secretos, y les transmite sus conspiraciones, y sus juramentos, y sus pactos, y sus planes de terrible maldad, de generación en generación, de acuerdo con el dominio que logre en el corazón de los hijos de los hombres.

31 Y he aquí, él había logrado mucho dominio en el corazón de los nefitas; sí, al grado de que se habían vuelto sumamente inicuos; sí, y la mayor parte de ellos se habían apartado del camino de la rectitud, y ahollaron con los pies los mandamientos de Dios, y se apartaron a sus propios caminos, y se fabricaron ídolos con su oro y su plata.

32 Y sucedió que todas estas iniquidades vinieron sobre ellos en el término de ano muchos años, al grado de que la mayor parte había venido sobre ellos en el año sesenta y siete del gobierno de los jueces sobre el pueblo de Nefi.

33 Y aumentaron en sus iniquidades en el año sesenta y ocho también, para la gran tristeza y lamentación de los justos.

34 Y así vemos que los nefitas empezaron a degenerar en la incredulidad, y a aumentar en la perversidad y abominaciones, mientras que los lamanitas empezaron a crecer en gran manera en el conocimiento de su Dios; sí, empezaron a guardar sus estatutos y mandamientos, y a caminar en verdad y rectitud delante de él.

35 Y así vemos que el Espíritu del Señor empezó a aretirarse de los nefitas a causa de la iniquidad y la dureza de sus corazones.

36 Y así vemos que el Señor comenzó a derramar su Espíritu sobre los lamanitas, por motivo de su inclinación y disposición a creer en sus palabras.

37 Y sucedió que los lamanitas persiguieron a la banda de ladrones de Gadiantón; y predicaron la palabra de Dios entre la parte más inicua de ellos, de modo que esta banda de ladrones quedó enteramente destruida entre los lamanitas.

38 Y aconteció, por otra parte, que los nefitas los reforzaron y los apoyaron, empezando por los más perversos de entre ellos, hasta que se hubieron extendido por toda la tierra de los nefitas, y hubieron seducido a la mayor parte de los justos, hasta que hubieron llegado a creer en sus obras, y participar de su botín, y unirse a ellos en sus secretos asesinatos y combinaciones.

39 Y de este modo lograron la administración exclusiva del gobierno, al grado de que hollaron con los pies, e hirieron y maltrataron y volvieron la espalda a los apobres y a los mansos, y a los humildes discípulos de Dios.

40 Y así vemos que se hallaban en un estado terrible, y que estaban amadurando para una destrucción sempiterna.

41 Y sucedió que así concluyó el año sesenta y ocho del gobierno de los jueces sobre el pueblo de Nefi.